¡Feliz Año Nuevo!

¡Que no estaba muerto, que estaba de parranda! Es broma, pero ya he vuelto.

¡Hola! He estado un poco ausente este tiempo, pero me paso por aquí para deciros que uno de mis propósitos de año nuevo es escribir más en el blog, teniendo más constancia y compromiso. Así que os prometo que este año estaré más presente por aquí, ¡al menos una vez a la semana!

Y diréis: «muchas explicaciones pero ¿qué nos traes?»

«El arte por el arte, las letras por las letras»

ISFELA

¡Ya voy! Para empezar el año quiero compartir con vosotros un escrito que redacté hace unos días y que me parece interesante, para mí no llega a ser ni un relato ni un poema. Pero ¿por qué tiene que ser algo concreto? A veces, las personas que nos identificamos como escritores, redactamos lo que nos viene a la mente sin la intención de crear una historia o una magnífica obra de arte. Es solo algo que está dentro y que queremos «vomitar» en las páginas. Mientras escribo estas líneas, llego a la siguiente reflexión, y creo que con ella se puede entender mejor lo que estoy diciendo.

«El escritor escribe.»

ISFELA

¿Qué opináis? Me encantaría saber qué pensáis sobre esto. Escribo desde la humildad e inexperiencia, pero creo que existe una gran diferencia entre ser escritor y sentirse escritor: lo primero, para mí, es ganarse la vida – en cuanto a economía se refiere – escribiendo; mientras que lo segundo sería escribir por amor a las letras, por identidad y por autorrealización. Si además de sentirte escritor, te puedes ganar la vida como tal: ¡chapó! Yo, de momento, me siento escritor. 😊

Sin más dilación, aquí tenéis ese texto sin género aparentemente claro, al menos para mí. Espero vuestro feedback en los comentarios. Me hará muchísima ilusión saber qué os transmite y/o qué pensáis de esto. ¡Nos leemos!

EL TELEVISOR ESTÁ APAGADO:

Sentado en el sofá, descalzo, a metro y medio de mi madre, mientras ella cose en silencio yo observo el televisor LED de 49 pulgadas apagado. La luz que entra por la ventana, es justo la suficiente para no estar a oscuras pero tampoco del todo iluminado, como la de una tarde otoñal de domingo, solo que es lunes por la mañana. A veces ella me mira y me pregunta por qué no enciendo el televisor, a lo que no sé contestar, así que callo y cojo el móvil simulando estar haciendo algo o hablando con alguien. No hablo con nadie. Me gusta y prefiero disfrutar del silencio, del tictac del reloj, del ruido que se oye a veces en la calle, de los sonidos vacíos que hace mi madre cuando coge o suelta un objeto. Me gusta escuchar a mi madre. A veces canta mientras cose, también suspira, solloza y hasta llora… cuando le pregunto por qué llora, me responde que por cosas suyas. ¿Querrá encender el televisor? No, estoy convencido de que me pregunta con otra intención, incluso de que sabe la respuesta. Así son las madres: saben lo que nos pasa y que nosotros sabemos que lo saben, pero quieren oírlo de nuestras bocas, puede que con la mínima esperanza en estar equivocadas. Mi madre no se equivoca.