Para saber hay que preguntar, ¿no?

¡Hola! El otro día empecé a redactar un relato y lo que me salió en ese momento me pareció curioso. Mi idea era escribir un relato más extenso, más desarrollado, más «completo». Pero, ¿dónde radica la completitud de un escrito? Una reflexión a la que he llegado últimamente es que, mientras se comunique o se transmita lo que se desea, no hay por qué «decorar» los escritos con elementos innecesarios.

«Menos es más, a veces mucho más»

ISFELA

En el mundo del arte escuchamos constantemente la premisa de «menos es más», y la literatura no se escapa a esta premisa. Cuando consideres que un escrito contiene todo lo que te habías propuesto o lo que consideras que debe tener, dalo por finalizado, agradecerás no forzar un estilo que no es el tuyo y quien lo lea (si lo publicas) lo notará.

A mí, por ejemplo, me gusta mucho «jugar» y dejar los comienzos y los finales de las historias abiertos a la interpretación del lector. No es que nunca vaya a hacerlo de otra manera, es solo que así me gusta hacerlo ahora y así me gustaría que se valoraran mis escritos, por lo que son y no por lo que «deberían/podrían ser».

No soy ningún experto en la materia, ni siquiera tengo mucha producción literaria, pero esta es mi forma de entender el arte. Vayamos dejando de seguir protocolos y esquemas que hacen que nuestros escritos dejen de ser fieles a los más importantes: sus autores.

Sin más dilación, aquí te dejo lo que podría ser otra cosa pero es un microrrelato.

Como ya sabéis, ¡me encanta el feedback!

¡Nos leemos!

Oslo

–Sí, señor agente, yo maté a Ana cuando llegaba de Oslo. Esperé en un rincón del aeropuerto durante horas, hasta que aterrizó; me camuflé en el bullicio de gente que llegaba del mismo vuelo. En el momento exacto, cuando todo el mundo estaba concentrado en su camino a salir del aeropuerto, me acerqué a ella y le clavé la jeringa con la dosis justamente letal de cianuro potásico que encontraron en la autopsia. Fui yo, obviamente, ¿quién si no?
–¿Por qué no confesó el crimen antes, señor Puig?– preguntó el inspector con una leve expresión de incertidumbre.
–Nadie me preguntó.

3 Responses

  1. Wauuuuuu, me encanta lo que dices y me llega, quiero decir…algo en mi se transforma. Gracias por tan maravillosa y oportuna aportación. Muy bueno el microrrelato Oslo. Jajajajajaja
    De nuevo GRACIAS.

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