El Otoño De Tu Vida

Me encanta pisar las hojas secas.

¡Hola! Hoy me paso por aquí para felicitarte el comienzo del otoño (aunque haya quien solo distinga entre verano e invierno). Te guste más o menos esta estación, espero y deseo que sea una época bonita y de beneficio.

Ojalá lo que empieza hoy sea tan o más bonito que lo que acaba de irse.
Feliz época de pañuelos, de vuelta a la realidad cíclica de la vida, de transición, de replanteamientos, de marrón y amarillo, de conversaciones con uno mismo o simplemente de hojas secas que caen de sus árboles. Lo vivas como lo vivas, ¡feliz otoño! Espero que te suponga avanzar en tus proyectos y metas, seguir conociéndote y realizándote como persona y una transición sana de lo que estés sintiendo. Sin duda alguna, si tuviera que definir el otoño con una palabra, usaría transición. Es la época en la que vamos dejando atrás las bonitas distracciones del verano para afrontar el frío, los días cortos y la realidad de la que somos parte. Para mí no es algo triste, es un momento de reconexión con uno mismo y con el presente. En cualquier caso, espero que este otoño no deje de traerte vida. Así que… ¡Feliz vida!

Y aquí comparto el poema con el que recibo el otoño.

Nunca olvides que me encanta el feedback, ¡incluso en otoño!😜✍️🏼

¡Nos leemos!

Necesito otoño

A veces necesito vaciarme, descargar lo que llevo encima;
a veces necesito desnudarme, destapar mi alma
y sentirla ligera, libre, vacía…
cual pulmón que necesita vaciarse para volver a funcionar bien,
cual árbol que deja caer sus hojas para yacer vacío
–vacío, que no muerto–.
A veces, cada nueve lunas para ser concreto,
necesito descansar de la ilusión constante de estar contigo,
necesito volver a mi armario de oscuridad y sigilo,
necesito una tregua para llorar versos –bendita poesía–
y sanar por dentro para recuperarme de tu huella…
preciso una conversación conmigo mismo que acabe en suspiro, en alivio.
Necesito un otoño en el que esos golpes que me asesto a mí mismo,
marquen mi cuerpo y me devuelvan a la realidad,
a la realidad de que yo solo soy yo:
ese débil y agotado cuerpo que, aunque avivado, florece en primavera,
cada otoño cae rendido.