Hola, ¿qué tal? ¿Se te ocurre un encabezado original para esta entrada? A mí, no.

¡Hola! Hoy quiero compartir un escrito en el que no se puede decir que haya trabajado, lo he «vomitado» de manera muy espontánea y con el simple propósito de escribir, sin más, escribir por escribir.

«Scribere gratia scripto»

ISFELA


No sé si alguien lo habrá dicho antes, pero me hacía ilusión ponerlo.

Creo que quienes amamos la escritura vemos en ella algo más que una manera de contar historias, vemos una vía de escape por la que dejar salir (o asomarse) lo que pasa por nuestras cabezas. Yo, al menos, disfruto mucho haciéndolo.
En este texto sin género claro, os dejo pensamientos y reflexiones, algunos de ellos constantes en mi mente.

Ya sabéis, a veces me da por reflexionar.

¡Espero vuestro feedback!

¡Nos leemos!

¿Quién será?

Estoy tranquilo, frente al mar, meditando intento poner mis pensamientos en orden, dejar mi mente en silencio… estoy tan bien. Pero pasa esa persona, siempre pasa alguien, pero esta vez es ella, justo ella, la desconocida perfecta que me saluda como si me conociera. ¿Quién será? ¿Alguien con quien coincido en la panadería? ¿La enfermera que me atendió en el hospital la semana pasada? Da igual, no tiene importancia, lo que quiero ahora es dejar de pensar. Pero, ¿se puede realmente dejar de pensar? Si dejo la mente en blanco pienso en que está en blanco… ¿no?
¿Quién sería? Puede que solo me quisiera saludar, ¿o quizá quería empezar una conversación? ¿Estará pensando en mí? Siempre me he preguntado si la gente me dedicará tantos pensamientos como yo a ellos. No creo.
Sigo meditando, es lo mejor para desconectar. Dejo que el protagonista de mis pensamientos sea el sonido de las olas del mar al romper… al romper. Siempre que algo acaba, completa su ciclo, lo asociamos con una ruptura o un final, ¿por qué no con un cambio de forma simplemente? ¿Por qué se rompen las olas y no chocan simplemente con las piedras para volver a fundirse con el mar?
¿Quién sería esa persona? Me ha sonreído, me ha dicho hola, me ha preguntado cómo estoy y ha seguido su camino. Ha perturbado mi tranquilidad, me ha distraído, me ha hecho pensar, recordar, reflexionar… me ha hecho amarla y odiarla en un momento. ¿Será esto una conexión de esas de las que habla la gente?
Atardece, el cielo se viste de una amplia gama de colores ardientes. Yo lo observo y al cabo de un momento me levanto y me dispongo a irme. Le doy la espalda al mar, cierro un momento los ojos para oír el romper de las olas una vez más antes de irme. El romper de las olas… ¿Quién sería esa persona?

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